lunes, 25 de febrero de 2013

Panorama Histórico La investigación Latinoamerica










Panorama Histórico

La investigación latinoamericana en el campo de las ciencias de la comunicación conmemora su cincuentenario enfrentando nuevos desafíos. El principal de ellos es su legitimación en el espacio académico. A pesar de que las universidades del Sur de América han acogido investigadores en centros de investigación de los procesos comunicacionales desde los años 60, solamente ahora, en este final de siglo, ellos conquistan el debido reconocimiento institucional. Las primeras investigaciones de comunicación en América Latina surgen en ambientes típicamente profesionales. Son demandadas por las emergentes industrias culturales y constituyen factores decisivos para la formación de las primeras agencias privadas dedicadas a estudios de opinión pública, audiencia de los mas media o persuasión de los consumidores.

Mas también son estimuladas por las polémicas que surgen en las asociaciones periodísticas, encargando a algunos publicistas eruditos a explorar los documentos disponibles sobre la memoria de campo, en su dimensión socio-política. Como resultado de esto, se producen ensayos de gran valor histórico para la identificación de fronteras profesionales. O se elaboran perfiles biográficos de sus autores privilegiados.

En el caso brasileño, por ejemplo, hay dos marcos cronológicos: la publicación, en 1945, del primer sondeo electoral, hecho para el IBOPE -Instituto Brasileiro de Opinião Pública e Estatística- y el lanzamiento, en 1946, del primer ensayo sistemático sobre imprenta y periodismo, escrito por Carlos Rizzini, con el título "O livro, o jornal e a tipografia no Brasil" ("El libro, el periódico y la tipografía en Brasil").

Desde entonces se acumulan conocimientos nuevos sobre los fenómenos de interacción simbólica, mediados por los media. Pasa así a respaldar las decisiones sobre inversiones publicitarias o a servir como parámetros para la institucionalización de la representación política en varios países. El ambiente favorece la difusión en todo el continente de las ideas modernizadoras que caracterizan el período posterior a la II guerra mundial.

Los investigadores profesionales, generalmente llegados de las carreras de sociología, psicología o economía, se dedican a formular estrategias industriales o político-aleatorias.

A su vez, los investigadores diletantes, legitimados por la actividad periodística o artística, escriben ensayos caracterizados por el rigor documental, adjuntando al debate público temas de comunicación política. Sus análisis privilegian, casi siempre, los intentos de las burocracias estatales o de las oligarquías partidarias para controlar los flujos informativos y, por esta vía, dirigir la opinión pública.




El Papel de las Universidades

Las universidades ingresan tardíamente en tal escenario. Esto ocurre solamente a mediados de los años 60, cuando las primeras escuelas de periodismo se amplían para agregar las carreras conexas de publicidad, relaciones públicas, cine, radio y televisión. La creación de las modernas escuelas de comunicación social en las principales ciudades latinoamericanas siempre significa su compromiso con a investigación.

Estas generalmente se dedican a tareas exclusivas de formación profesional, diseminando los resultados de las investigaciones hechas por la industria o polemizando las reflexiones ensayísticas producidas por los intelectuales de renombre.Pero se registran iniciativas prometedoras, responsables de la instalación casi simultanea, en Venezuela y en Brasil, de nuestros centros pioneros de investigación científica sobre la comunicación de masas. Me refiero al Instituto de Investigaciones de la Prensa, fundado por Jesús Marcano Rosas en la Universidad Central de Venezuela, y al Instituto de Ciências da Informacão, fundado por Luiz Beltrão en la Universidad Católica de Pernambuco.

Con todo, el mayor estímulo a la investigación académica provendrá del CIESPAL, el Centro de Estudios Superiores de Comunicación, creado por la UNESCO, en Quito, Ecuador. Allí actuarán como difusores de las ciencias de la comunicación personalidades paradigmáticas como los norteamericanos Wayne Danielson, Wilbur Schramm, Raymond Nixon, John McNelly, Paul Deutschmann, los franceses Jacques Kayser, Jacques Godechot, Joffre Dumazedier y Jacques Leauté, el alemán Gerhard Maletzke, el español Juan Beneyto, el belga Roger Clause, el italiano Rovigati, el ruso Kachaturov, etc. A ellos se agregan los promeros investigadores latinoamericanos, como Danton Jobim, Luiz Beltrão, Edgardo Ríos, Ramón Cortez Ponce, Jorge Fernández y Ramiro Samaniego.

Se trata de una institución que realiza directamente muchos proyectos descriptivos o interpretativos sobre las estructuras comunicacionales, a nivel continental. Estas investigaciones pasan a ser reproducidas en algunas escuelas de comunicación nacionales o locales, por los egresados de los cursos de postgrado allí realizados anualmente. No obstante, no asume una dimensión permanente, figurando mucho más como estudios episódicos,ocasionales.

Como este período coincide con la coyuntura de la guerra fría y coincide con el lanzamiento de la campaña de los países tercermundistas en busca de un nuevo orden internacional, no es extraño que aparezcan en la América Latina algunos centros de investigación que asuman tales perspectivas de análisis. Estos se dedican a repensar las políticas de comunicación y el papel que desempeñan los medios masivos en la formación de la consciencia política de los ciudadanos. Tales investigaciones macropolíticas o microideológicas representan la tendencia hegemónica de los proyectos subsidiados por los fondos internacionales que actúan durante los años 70 y 80.

El instituto pionero es el CEREN -Centro de Estudios de la Realidad Nacional, en el Chile de Allende, donde pasan a actuar líderes del porte de Armand Mattelart y Paulo Freire. También destaca el ILET -Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales- en México, un núcleo extremadamente activo de exilados de las dictaduras latinoamericas, como los chilenos Juan Somavía y Fernando Reyes Mata, los argentinos Héctor Schmucler y Mabel Piccini, el peruano Rafael Roncagliolo. Y también el ININCO -Instituto de Investigaciones de la Comunicación- de Venezuela, liderado por Antonio Pasquali y contando con la participación de Oswaldo Capriles, Eleazar Díaz Rangel, Héctor Mujica.

Vale la pena destacar también algunos centros dotados de perfil más regional, como el CELADEC -Comisión Latinoamericana de Evangelización Cristiana- de Perú, el Centro Gumilla, en Venezuela, o CEMEDIM -Centro de Estudio de los Medios Masivos-, en Cuba.

El trabajo investigativo de todos ellos encuentra fuerte resonancia en todo el continente, en un período caracterizado por la búsqueda de alternativas comunicacionales o por la construcción de políticas democráticas de gestión de los medios masivos. Confluyen en sus marcos teóricos dos paradigmas dominantes: la teología de la liberación y la denuncia del imperialismo cultural.

Son tesis que se proyectan con intensidad en las comunidades académicas constituidas en torno a las escuelas de comunicación, que también asimilan los postulados estructuralistas, inclusive los de fundamentación marxista. También están presentes, pero con menor impacto intelectual, las metodologías heredadas del funcionalismo norteamericano. Mas, sin olvidar la corriente que más fascina a los emergentes científicos latinoamericanos de la comunicación, que es la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt, potenciando su vertiente profundamente negativista.



Globalización Y Regionalización

Mas esa tendencia no corresponde a la postura de toda la comunidad académica latinoamericana en el campo de la comunicación. Traduce con mayor nitidez el comportamiento de los investigadores que se encontraron con las angustias del período de la guerra fría. En contrapartida, se proyecta ahora una nueva generación de jóvenes comunicólogos que tratan de preservar las utopías asimiladas de las enseñanzas de sus maestros. Pero asumen al mismo tiempo una conducta pragmática, desarrollando prácticas investigativas referenciadas por el nuevo contexto histórico y por las demandas sociales.

Eso también se revela con nitidez en los cuatro congresos promovidos por ALAIC, Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación: São Paulo (1992), Guadalajara (1994), Caracas (1996), Recife (1998). Crece el número de investigadores jóvenes que, sin perder el rigor científico, mantienen el compromiso ético de transformar la sociedad para atender al interés público.

Conclusión


El estadio que actualmente vive la investigación en comunicación, particularmente en Brasil y en general en la América Latina, no puede ser completamente avalado sin considerar el legado recibido de las universidades norteamericanas, así como en relación con las universidades europeas. Desde 1934, cuando se instala el primer curso superior de periodismo en la Argentina, la cooperación norteamericana fue decisiva para la determinación de su estructura. A fin de cuentas, no era sensato ignorar la experiencia acumulada, durante más de 20 años, en instituciones pioneras como las escuelas de periodismo de Columbia y de Missouri.

Esa cooperación se intensificó a partir del fin de la segunda guerra mundial, cuando las Américas dan los primeros pasos para la integración económica del continente. Una escuela paradigmática como la de la Universidad Central de Venezuela contaba, ya en 1946, con asesoría norteamericana. Pero fue sin duda después de la creación de CIESPAL en 1959, cuando ese flujo adquirió su curso natural, minimizando las mediaciones gubernamentales y privilegiando el intercambio entre universidades, fundaciones, institutos de investigación. Sus embajadores fueron los científicos como Wayne Danielson, que dieron cursos y orientaron investigaciones en el centro internacional instalado por la UNESCO y por la OEA, en Quito. Ellos aportaron contribuciones relevantes para sedimentar las bases da aquel movimiento que posteriormente asumiría fisionomía propia, o sea, la Escuela Latinoamericana de Comunicación.

Mezclando los paradigmas norteamericanos a los postulados europeos y adaptándolos a las condiciones peculiares de nuestras sociedades y a nuestras culturas fue posible superar las dicotomías entre metodologías cuantitativas y cualitativas, entre investigación crítica e investigación administrativa. Construimos una vía latinoamericana para estudiar e interpretar los procesos comunicacionales, anticipándonos tal vez a la superación de los tabúes impuestos por la guerra fría y por las barreras creadas entre las humanidades y las ciencias sociales.



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